Conversar en la Red

En menos de treinta años las TICs han pasado ha utilizarse en la mayoría de los ámbitos de relaciones sociales. Su utilización está tan extendida que hay quien cree que muy pronto las conversaciones cara a cara serán a través del móvil. Esto es, que los contextos de relación on line pueden llegar a sustituir a los contextos de relación off line. Parece una exageración pero si se me permite la etnografía de bolsillo, puedo ilustrar esta predicción con un ejemplo, mero producto de la observación. Durante años he sido usuario de los transportes públicos y puedo constatar como se ha producido un cambio entre los usuarios, tan peculiar como indicativo de esa posibilidad. No hace mucho en los trayectos del tren de cercanías, de los autobuses o del metro, la gente conversaba, había tantas voces solapadas que no quedaba más remedio que subir el tono, en ocasiones era insoportable el barullo de voces. En la actualidad la gente suele hacer sus trayectos mirando sus smartphones, muchos viajan conectados a unos auriculares y el silencio es tan profundo como en un templo o en un hospital. Por cada cien usuarios de móvil, hay un pasajero que lee un libro o un periódico. Por supuesto se trata de una generalización, pero creo que puede ser válida como enunciado de una tendencia.


Desde la aparición de los primeros artilugios digitales, lingüistas, sociólogos, antropólogos y psicólogos se han puesto manos a la obra para analizar los rasgos pertinentes que las nuevas formas de comunicación implican.
Según cuenta Sanpietro (2016) 📚 en los primeros tiempos el entorno digital se consideró, (con muy poca visión), un medio propicio para la incomunicación. Aquellos autores pensaban que las CMO, al no admitir, por sus limitaciones técnicas, las estrategias no verbales de la comunicación cara a cara, eran ineficaces para la función social mas elemental del intercambio de información, (justo lo contrario de lo que ha pasado, que es que la privacidad de la unilateralidad de la conversación ha contribuido al éxito de las TICs como medios de socialización). Un medio como el de los primeros ordenadores conectados a Internet pudo parecer muy deshumanizado a sus primeros estudiosos que lo consideraron frío, propicio para el engaño e, incluso, capaz de generar conductas obsesivas, agresividad o falta de responsabilidad entre sus usuarios.

Aunque lo digital sigue teniendo sus detractores, el dualismo que se supone que hay entre sociedades virtuales y reales se ha difuminado. La comunicación en Internet tiene características propias que son las que interesan a los investigadores. En relación al problema mencionado de la proxemia en las conversaciones directas, por seguir con el ejemplo que estudia Sanpietro en su tesis, existe una teoría, (Social Information Processing), que sostiene que ante la imposibilidad de expresarse a la manera personal, "tradicional", de las conversaciones, la comunicación siempre encontrará sus recursos aún a través de las tecnologías más hostiles. Para muchos este principio estaría en el origen del uso de emoticonos y emojis.

Lo cierto es que en las CMO se intenta imitar la gestualidad de las conversaciones. El lingüista David Crystal (2002) 📚, estudió de que manera la prosodia, la proxemia y la kinesia de la paratextualidad oral se traducía, en las TICs, en usos excesivos de signos de puntuación o tipográficos. Los usuarios están obligados a buscar recursos para compensar la falta de un interlocutor físico al que no pueden ver ni oír. Aunque hay quien cree que tales recursos no son suficientes para evitar ambigüedades y malos entendidos, que también se dan en la parte no verbal de cualquier conversación "real" a la que no pueden suplir, (Mayans i Planells, 2002) 🔗.

La creatividad de los usuarios es un manantial de soluciones. Se han descrito multitud de recursos y variaciones en el intento de hacer las comunicaciones en red más expresivas. Sanpietro (2016) hace un repaso exhaustivo de ellas, aquí solo mencionaré algunas. Un primer grupo sería el de las onomatopeyas, (jaja) y las interjecciones. Hay aspectos ortográficos que aportan información extra lingüística, como el uso de mayúsculas, (para indicar que se está gritando); la repetición de letras (para intensificar el mensaje o para exagerar); se suprimen letras o palabras (elisiones), o se añaden (epéntesis), se suprimen la primera o primeras letras de algunas palabras, (aféresis); se cometen errores ortográficos para denotar prisa. En lo que se refiere a los signos tipográficos, en general, se subvierten las normas de uso: se suprimen signos, o se usan incorrectamente, (más de tres puntos suspensivos, repetición de signos de exclamación e interrogación); hay una utilización "creativa" de los signos, (arrobas para indicar la forma masculina y femenina en una sola palabra). También se usan comentarios meta discursivos. Se hacen gráficos, incluso autorretratos, a partir de signos de puntuación. Y, como no, están los ya clásicos emoticonos y emojis.

Pero al final, resulta que el discurso digital tiene sus características propias e incomparables. No es una versión mermada de otra forma de comunicarse sino una nueva forma de hacerlo. Para explicarlo hay que hacerlo desde el contexto en el que se produce. Por ejemplo estudiando de manera especifica las prácticas lingüísticas de los usuarios desde aquellos medios que las determinan. Hay que entender las herramientas de la comunicación, sus elementos técnicos y sus proyecciones sociales, pero sin buscar causalidades ni caer en determinismos. La CMO mantiene la relación entre lo oral y lo escrito
pero en un contexto nuevo, distinto de todo lo conocido, no se trata de comunicación mediada por libros, ("CML"), si se me permite.
«Los rasgos únicos de este tipo de comunicación, como los emoticonos, aspectos gráficos específicos, los acrónimos, el léxico, además de la variedad de estilos y géneros, hacen de la CMO una modalidad comunicativa heterogénea y variada, plasmada en cierta medida por los elementos técnicos del soporte y los objetivos comunicativos del grupo en el contexto concreto en el que se desarrolla el intercambio objeto de análisis», (Sanpietro, 2016: 40, citando a Susan Herring).
No se trata de inscribir las manifestaciones discursivas de las CMO en el marco de una teoría de géneros textuales, aunque se pueda hablar de “cibergéneros”, (López Alonso, 2014) 📚, porque se trata de nuevos modelos, de semántica y contextos novedosos y cambiantes. Y no solamente dependen de las nuevas tecnologías. Las nuevas estrategias de conversación tienen, buscan, su propia intencionalidad. Se trata de estrategias pragmáticas, creativas y adaptativas, y como tales hay que entenderlas. Las herramientas y los materiales digitales de las TICs a través de las que se produce la CMO están cada día más integradas en lo cotidiano y no nos queda más remedio que tomarlas en cuenta.